No existe duda sobre lo nociva que resulta la comida chatarra para el organismo. El término “comida chatarra” (junk food) se usa para describir los alimentos con poca cantidad de los nutrientes que el cuerpo necesita y con un alto contenido de grasa, azúcar y sal, elementos que el cuerpo puede obtener en exceso con mucha facilidad. Se cuentan entre este tipo de comidas:
- Comidas rápidas (fast food): hamburguesas, pizzas, papas fritas, nuggets, pollo frito, salchichas, tacos, entre otros.
- Refrescos, jugos artificiales, bebidas dulces preparadas.
- Chucherias (snaks): chips, caramelos, galletas, donuts, helados, postres y tortas en general, cereales azucarados.
- Comidas instantáneas.
Para los niños, la comida «chatarra» es especialmente tentadora. Así ha sido diseñada. Y además genera adicción. El consumo regular de este tipo de comidas puede traer serias consecuencias a la salud de los niños, algunos de las cuales, quizás no habías considerado y por los cuales voy a empezar:
- Puede generar problemas de atención, concentración, memoria y por ende de
aprendizaje. Se ha demostrado que el consumo en exceso de calorías afecta la función de las sinapsis responsables de la memoria y el aprendizaje, por lo que el consumo regular de estas comidas puede llegar a afectar definitivamente la capacidad cognitiva del niño y su desempeño escolar. Un estudio demostró que el consumo de estas comidas durante 5 días genera niveles significativos de inflamación a nivel de las neuronas del hipocampo, afectando de este modo la sensación de saciedad y la capacidad de neuroplasticidad, esencial para aprender cosas nuevas rápidamente, así como para la formación de la memoria reciente. Un cerebro sano tiene un requerimiento diario de ácidos grasos esenciales (Ω3 y Ω6), los cuales generalmente están ausentes en estas comidas y cuya deficiencia se asocia a mayor riesgo de déficit de atención, demencia, entre otros. Por otro lado, las dietas ricas en carbohidratos refinados o azúcar procesada, pueden dañar el cerebro porque causan un pico de azúcar en la sangre seguido por una caída brusca mientras el cuerpo se inunda con insulina en respuesta a su ingestión.
- Problemas de comportamiento. No solo las comidas ricas en azúcares están
asociadas al comportamiento en los niños. Los colorantes artificiales, los preservativos, las grandes cantidades de grasas saturadas, grasas trans y sodio, juegan un rol en el comportamiento observado en la infancia.
- Fatiga y debilidad. Debido a que ésta comida carece de niveles suficientes de buenos carbohidratos y proteínas, los niveles de azúcar en la sangre bajan repentinamente después de comer. Si bien generan saciedad y satisfacción en el momento, su efecto pasa rápido y en poco tiempo aparece la debilidad y el cansancio.
- Deficiencias nutricionales. Los refrescos y bebidas con gas contienen ácido fosfórico, éste ácido reduce la absorción del calcio, por lo que pierden parte de este nutriente tan importante en su desarrollo óseo (aunado a su alto contenido de azúcar y cafeina).
- Trastornos gastrointetinales. Al ser en su mayoría fritos, el aceite en la comida se deposita en las paredes del estómago y aumenta la producción de ácido, lo que irrita el estómago, dificulta la digestión y favorece el reflujo. La falta de fibra, por otra parte, obstaculiza la digestión y aumenta el riesgo de padecer hemorroides y estreñimiento.
- Favorece la aparición de enfermedades crónicas, incluidas:
- Diabetes: cuando se consume una dieta variada y equilibrada, el cuerpo obtiene un suministro constante de glucosa, lo que ayuda a mantener la
sensibilidad a la insulina. Pero, cuando se come sólo comida chatarra, el estrés excesivo ejercido sobre el metabolismo afecta la capacidad del cuerpo para usar la insulina correctamente. Dado que la comida basura carece de contenido de fibra, su consumo resulta directamente en un aumento en los niveles de azúcar. Aunado al riesgo incrementado de obesidad, una de las principales razones de la resistencia a la insulina y el desarrollo de la diabetes.
- Dislipidemias y Enfermedad Cardiovascular. La comida chatarra está principalmente conformada de grasas saturadas y grasas trans, que aumentan directamente los niveles de triglicéridos y colesterol «malo» (LDL) en la sangre, lo que lleva a la formación de placas y de enfermedades cardiovasculares. Además, el aumento repentino de los niveles de azúcar en sangre lesiona los revestimientos de los vasos sanguíneos, lo que lleva a la inflamación crónica, que a su vez fomenta la adhesión del LDL a las paredes de las arterias, bloqueando el flujo de sangre al corazón. Si el bloqueo es muy grande, se producen los infartos.
- Hipertensión Arterial. El motivo por el que es imposible resistir a las papas fritas es porque contienen un alto nivel de sales finas procesadas que aumenta la salivación y la secreción de enzimas que aumentan la necesidad de su consumo. Los niveles elevados de grasas «malas» y el sodio de la sal afecta el balance sodio-potasio del cuerpo, generando hipertensión. Como los riñones son los encargados de filtrar las toxinas de la sangre, la ingesta de mucha comida basura tiene un efecto deletéreo sobre estos.
Obesidad. Los niños que consumen este tipo de comida, consumen más calorías, grasas, carbohidratos y azúcares añadidos y, consumen menos fibra, leche, frutas y vegetales, que aquellos niños que no comen comida chatarra. Una hamburguesa con queso contiene aproximadamente 350 calorías, mientras que una ración mediana de papas fritas añaden 450 calorías, si sumamos un refresco (200 calorías) a la mezcla, serían casi 1,000 calorías en una sola comida.
- Diabetes: cuando se consume una dieta variada y equilibrada, el cuerpo obtiene un suministro constante de glucosa, lo que ayuda a mantener la
- Depresión y baja autoestima. El autoestima y la confianza en uno mismo, son esenciales durante el crecimiento y desarrollo de los niños y adolescentes. Al aumentar de peso se altera la imagen corporal y baja la autoestima, a lo cual resultan particularmente vulnerables los adolescentes, generándose un circulo vicioso en el que se afecta el desempeño escolar, la capacidad de socialización y se favorece el sedentarismo. En adultos, algunos estudios han demostrado que el consumo en exceso de comida chatarra, llega incluso a aumentar las probabilidades de depresión en hasta un 51%. NO es la causa, pero es uno de los factores: las personas que llevan una dieta de mala calidad, a menudo tienen deficiencias de nutrientes esenciales. El cuerpo necesita nutrientes para generar neurotransmisores, y por lo tanto, las deficiencias de nutrientes pueden jugar un papel importante en algunos trastornos del comportamiento (menos triptófano, más depresión).
El consumo de estos alimentos de manera esporádica, no es el problema, sino el hábito de llevar una dieta de comidas procesadas y comida chatarra de calorías vacías de manera permanente y duradera, lo que impide que nuestro cuerpo sea nutrido adecuadamente. Seamos inteligentes y eduquemos a los más pequeños en hábitos y conductas alimentarias saludables.
-Sánchez-Villegas A, Toledo E, de Irala J, Ruiz-Canela M, Pla-Vidal M y col. (2011). Fast-food and commercial baked goods consumption and the risk of depression. Public Health Nutrition: page 1 of 9
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