Cómo empezar?
Para la mayoría de los bebés, no importa cuáles son los primeros alimentos sólidos. No existe evidencia médica que indique que introducir alimentos sólidos en cualquier orden determinado presente una ventaja para el bebé.
Muchos pediatras aconsejan empezar con alimentos salados como verduras y carnes, y luego continuar con frutas (no cítricas), sin embargo, no existe evidencia de que al bebé no le vayan a gustar las verduras si primero se da fruta, ya que los bebés nacen con una preferencia por los dulces y el orden en el que se introduzcan los alimentos no cambiará esto. En general y recordando que debemos probar 1 solo alimento a la vez para observar como es tolerado, y solo una vez que se haya probado tolerancia con varios alimentos, es posible combinarlos, podemos comenzar con:
- Vegetales y verduras: los vegetales como auyama, zanahoria, calabacín, chayota, o bien verduras como el apio, ocumo, batata, yuca, pueden ser ofrecidos en forma de sopas, cremas o purés. En el caso de los vegetales, es importante tener en cuenta que la remolacha, espinacas y acelgas tienen un gran contenido de nitratos causantes de un tipo inusual de anemia conocida como metahemoglobinemia, por lo que no deben ofrecerse antes del primer año de vida. Otros como el coliflor o el repollo, que pueden resultar muy flatulentos, deben introducirse a los 9-10 meses.
- Cereales: aquellos sin gluten como el arroz y maíz se inician como papillas, no agregados a la leche en aquellos niños que toman fórmulas infantiles, ya que pueden causar asfixia; o en forma de bollitos o masita de arepa. En el caso de los cereales con gluten como el trigo, avena, cebada y centeno (pan, pasta, pastina, galletas), existe un poco de controversia y suele esperarse hasta los 9 meses, especialmente cuando hay antecedentes familiares de alergias, aunque esta tendencia ha ido cambiando en el tiempo y hay quien sugiere incorporarlos desde los 7 meses.
- Frutas: la lechosa, el melón, la patilla, el cambur, la manzana, la pera, entre otras, pueden incorporarse en forma de compotas naturales, trituradas o en jugos sin azúcar. Las conocidas frutas cítricas (naranja, toronja, limón, mandarina) deben esperar hasta cumplido el primer año de vida.
- Carnes: de res o de pollo, en sopas, licuadas, molidas, desmenuzadas o en trozos pequeños. El pescado y el cerdo, pueden esperar hasta los 12 meses y los mariscos hasta los 2 años. Los granos, licuados o en purés se recomiendan luego de los 9 meses.
- Huevo: se recomienda siempre empezar con la yema (1/4) y aumentar la cantidad progresivamente, dejando la clara para luego de los 12 meses.
- Leche completa y derivados lácteos (queso, yogurt), NO deben ofrecerse antes de los 12 meses pues conllevan por su altísimo contendido de proteínas, a un riesgo incrementado de alergias, sobrecarga renal de solutos y microhemorragias intestinales.
- Grasas: deben incorporarse en la preparación de los alimentos, bien sea en la forma de margarinas, mantequillas o aceites.
Una vez que el bebé pueda sentarse y llevar las manos u otros objetos a la boca, pueden ofrecerse alimentos para comer con los dedos («finger foods»), y ayudar de este modo a que aprenda a alimentarse solo. Sin embargo, para evitar que se ahogue, es necesario que todo lo que se le dé, sea blando, fácil de tragar y esté cortado en trocitos. Algunos ejemplos incluyen:
- Trozos pequeños de cambur.
- Bizcochos y galletas suaves.
- Huevos revueltos, cuando corresponda.
- Pastas bien cocidas.
- Pollo bien cocido y cortado bien chiquito.
- Papas, batatas u otras, bien cocidas y cortadas.
Es importante adecuarse a la capacidad de masticabilidad del niño, por lo que si bien no vamos a darle un trozo de bistec a un niño sin dientes ni muelas, si podemos ofrecerle cualquier alimento que se deshaga con facilidad con los dedos, la lengua o las encías. No obstante por el riesgo incrementado de asfixia NO se deben ofrecer alimentos como: salchichas, frutos secos o semillas, pedazos de carne o queso, uvas enteras, cotufas, pedazos de manzana, ni caramelos o dulces duros o pegajosos. Así mismo, por el riesgo de botulismo, no se debe ofrecer miel cruda.
La nutrición adecuada en el primer año de vida y en general, durante los primeros años, es fundamental no solo para garantizar un crecimiento y desarrollo físico y mental pleno, sino que además es el primer escalón en la generación de hábitos y conductas alimentarias saludables. El inicio de la alimentación complementaria permite además el aprendizaje continuo de nuevos sabores, texturas y consistencias, determina gustos y rechazos, de allí que la variedad de la dieta, la cual dependerá de nosotros los padres, garantizará que éste proceso se lleve a cabo con éxito. La introducción de alimentos complementarios se convierte de este modo, en todo un evento familiar.
REFERENCIAS
Figueroa O, López A y Vera L. (2009). Alimentación del lactante. En: Machado L, Izaguirre I y Santiago R (Eds), Nutrición Pediátrica (1a ed, pp. 121-142). Caracas: Editorial Médica Panamericana.
AAP (2008). Starting solid foods. Disponible en: https://www.healthychildren.org/spanish/ages-stages/baby/feeding-nutrition/paginas/switching-to-solid-foods.aspx
Pan American Health Organization (2003). Guiding Principles for Complementary Feeding of the Breastfed Child. Washington DC: Pan American Health Organization, World Health Organization. Disponible en: http://www.who.int/nutrition/publications/Complementary_Feeding.pdf
WHO (2000). Complementary feeding. Disponible en: http://www.who.int/nutrition/publications/infantfeeding/WHO_NHD_00.1/en/