Una dieta equilibrada, sin duda alguna refuerza el sistema inmune a cualquier edad. En los niños, sobre todo a edades tempranas, el sistema inmune está aun desarrollándose, es decir, tiene mucho que aprender y madurar durante los primeros años de vida porque no ha estado en contacto con la gran mayoría de los agentes infecciosos. Sin embargo, existen maneras a través de la dieta de ayudar a fortalecer el sistema inmune y a que funcione con todo su potencial.
En los lactantes, la mejor manera de fortalecer las defensas es mediante la leche materna, ya que su composición, de una gran complejidad, aporta todos los elementos (células inmunológicas, anticuerpos maternos, prebióticos, nucleótidos, ácidos grasos y carbohidratos) que el niño necesita para conseguir un crecimiento adecuado y prevenir enfermedades, no sólo mientras está siendo amamantado, sino muchos años después de haberse producido incluso, el destete. A partir de entonces, es recomendable la incorporación a una dieta familiar variada y equilibrada.
Recibir una nutrición adecuada durante la etapa temprana de la vida (1000 días de vida), impacta además positivamente en la adquisición de una microbiota intestinal sana y por ende de un mejor un sistema inmune.
Así, el sistema inmune se hace óptimo durante la adolescencia y la adultez joven, para luego ir declinando con la edad. Ciertos factores relacionados con nuestro estilo de vida inciden en la forma cómo se modifica este sistema de defensa y sin duda alguna, la dieta y una nutrición adecuada, juegan un rol de vital importancia.
Entre algunos de los aspectos cruciales de la nutrición que son requeridos para el desarrollo, mantenimiento y expresión de una adecuada respuesta inmune, se encuentran:
-El aporte calórico, el cual debe ser el adecuado para cada edad: ni por encima ni por debajo de las recomendaciones. El aporte excesivo de energía afecta a la capacidad del sistema inmunológico de combatir infecciones, puesto que la obesidad está ligada a una mayor incidencia de este tipo de enfermedades. No obstante, aportes deficiente o desequilibrados, alteran del mismo modo la función inmunológica.
–Las proteínas: si existe compromiso proteico, en el mismo sentido, habrá compromiso del sistema inmunológico, tal como se evidencia en situaciones de malnutrición. Este efecto negativo de la desnutrición sobre la inmunidad está conectado por el efecto regulador que algunos aminoácidos ejercen sobre ésta (arginina, glutamina,…). Son fuentes de calidad, las aves, pescados, huevo, leguminosas o granos, nueces y semillas.
– Las grasas: los ácidos grasos son potentes moduladores de la respuesta inmune. Una dieta baja en grasas también favorece la salud del sistema inmunitario. Pero no sólo es importante la cantidad, sino también la calidad de estas grasas. Conviene incluir en la dieta pescado azul, frutos secos, aceite de oliva, girasol, soya o linaza para asegurar un aporte equilibrado de diferentes grasas esenciales para la salud.
Un consumo regular de lácteos fermentados como yogur, contribuye, asimismo, aumentar las defensas inmunológicas y favorecer la proliferación de una microflora intestinal sana.
-Vitamina C: está presente sobre todo en frutas y vegetales de hoja verde. Potencia la producción de glóbulos blancos y anticuerpos, además de aumentar los niveles de citoquinas que incrementan la protección frente a infecciones víricas. También potencia el colesterol HDL frente al LDL, disminuyendo la acumulación de grasa en las arterias y protegiendo frente a la hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Adicionalmente, y al ser un antioxidante, protege también frente a numerosos tipos de cáncer.
–Vitamina E: estimula la producción de las células encargadas de detectar y destruir no solo los patógenos sino también las células cancerosas, además de potenciar la creación linfocitos B, encargados de producir anticuerpos. La vitamina E se encuentra fácilmente en el aceite de oliva, los pescados azules, los frutos secos y las semillas.
– Los carotenoides son otros antioxidantes, junto con las vitaminas C y E, que protege frente a los radicales libres y el envejecimiento celular. Además de aumentar el ejército de linfocitos T, parece demostrado que, en presencia de carotenoides, estos aumentan su habilidad para desempeñar sus funciones de ataque, además de estimularse la producción de macrófagos, que son los encargados de eliminar los agentes patógenos. Los carotenoides se encuentran en las zanahorias, melocotones, tomate y pimiento rojo, además de los vegetales de hoja verde.
– El zinc: participa en la formación de glóbulos blancos, además de potenciar su agresividad frente a agentes infecciosos. El zinc es un elemento traza esencial, que influye en el crecimiento y afecta al desarrollo y la integridad del sistema inmune. Este micronutriente afecta múltiples aspectos del sistema inmunitario, desde la barrera de la piel hasta la regulación génica en los linfocitos, influye en la función de las células que median la inmunidad tanto específica como no específica. Entre los alimentos que lo contienen, encontramos las carnes rojas, mariscos y cereales integrales.
– El selenio estimula la movilización de los linfocitos T y su actuación frente a los patógenos e incluso las células cancerosas. Se encuentra principalmente en mariscos, cereales integrales, frutos secos y semillas.
–Hierro: La deficiencia de hierro origina un fallo en los mecanismos de defensa del individuo, como una menor capacidad de fagocitosis, una baja respuesta a la
estimulación de los linfocitos, entre otros. Del mismo modo, un exceso se asocia a un aumento de riesgo de infecciones debido a que muchas bacterias patógenas precisan de hierro para su crecimiento y desarrollo.
No hay duda de los beneficios de una dieta sana ! Sin importar la edad que tengamos, una alimentación de «calidad» es fundamental para el bienestar.
REFERENCIAS
-Maggini S, Pierre A, Calder P. (2018) Immune Function and Micronutrient Requirements Change over the Life Course. Nutrients; 10(10): 1531.
-Segurola H, Cárdenas G y Burgos R. (2016). Nutrientes e Inmunidad. Nutr Clin Med 2016; X (1): 1-19.
-Vilapana M. (2010). Nutrición y sistema inmunitario: Una relación muy estrecha. Offarm: 29:(6): 9-105. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-pdf-X0212047X10875671
-Nova E, Montero A, Gómez S y Marcos A. La estrecha relación entre la nutricióny el sistema inmunitario. Disponible en: https://seom.org/seomcms/images/stories/recursos/infopublico/publicaciones/soporteNutricional/pdf/cap_01.pdf