Preescolares

Nutrición en etapa preescolar

Por preescolares nos referimos a todos los niños entre los 2 y hasta los 6 años (5 años 11 meses). Si bien ya durante esta etapa no se crece tan rápidamente como durante el primer año de vida, es un período fundamental porque se producen una serie de cambios que inciden de forma significativa en su desarrollo integral. Justo en esta etapa, consolidan más sus habilidades motoras, tienen avances a nivel cognitivo y sufren un cambio en las conductas alimentarias.

Desde el punto de vista motor, los niños se vuelven más activos e independientes. A nivel cognitivo, logran un mayor desarrollo del lenguaje, mejoran la socialización con las demás personas e imitan conductas de la gente que les rodea. Asimismo, aumenta el egocentrismo, y por ende, su firmeza para expresar sus deseos. Para la edad de 6 años, el cerebro tendrá casi el tamaño del de un adulto y se establecen billones de conexiones neuronales.

En cuanto a las conductas alimentarias, debido a que desarrollan mayor independencia y autonomía, aprenden a comer por sí solos, a manejar los cubiertos, a alimentarse en función a su apetito y necesidades nutricionales (por lo que no comen igual todos los días) y, adquieren muchas de sus preferencias y aversiones alimentarias, por lo que a veces pueden tornarse caprichosos con las comidas. Es una etapa ideal para comenzar a establecer rutinas y hábitos de alimentación y de vida, saludables.

A la par de todo esto, en cuanto al crecimiento físico, se produce una desaceleración: aumentando 8-9 cm en talla en el 3º año y, a partir de esa edad, unos 5-7 cm/año, lo cual conlleva una disminución de las necesidades en energía y nutrientes específicos en relación al tamaño corporal. De forma paralela, el aumento de peso también se enlentece y el incremento ponderal pasa a ser de 2-3 kg anuales. Hay un aumento de la masa muscular, disminuyendo la cantidad de agua y grasas.

Qué necesita un preescolar para alcanzar su pleno desarrollo?

Una dieta variada y equilibrada que diariamente aporte las cantidades adecuadas de:

Omega 3: son un tipo de grasa poliinsaturada que el cuerpo NO produce por sí solo y debe obtenerse de la alimentación. Los ácidos grasos omega-3 principales son: el ácido alfa-linolénico (ALA), el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). El ALA se encuentra principalmente en aceites vegetales como el de linaza, de soya y de canola. Los DHA y los EPA se encuentran en el pescado y los mariscos. Estos ácidos grasos son componentes importantes de las membranas que rodean cada célula del organismo, aportan calorías para dar al organismo energía y tienen muchas funciones en el corazón, los vasos sanguíneos, los pulmones, el sistema inmunitario y el sistema endocrino.

DHA: es un ácido graso omega 3 que alcanza altas proporciones en cerebro y retina contribuyendo al desarrollo neurológico y a la capacidad visual. De hecho, supone el 50% de todas las grasas del cerebro. Naturalmente se consigue en alimentos como el salmón, la trucha, la sardina, el atún, entre otros. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recomienda en niños a partir de los 2 años: 250 mg de EPA + DHA, equivalente a 1-2 raciones de pescado azul a la semana.

Hierro y zinc: la falta de hierro en los primeros años de vida afecta el desarrollo y el buen funcionamiento del cerebro, causando daño en sus funciones cognitivas como: visión, audición, memoria, lenguaje, aprendizaje, lecto-escritura y matemáticas, y además, puede causar también alteraciones en su comportamiento como más timidez, menos tolerancia a la frustración, menos afecto positivo, comportamiento más pasivo, menor logro socio-emocional, etc. Adicionalmente, el hierro es vital para la formación de glóbulos rojos y el transporte de oxígeno en el cuerpo, por lo que su deficiencia incide en mayor riesgo de desarrollar anemia y sus consecuencias. Alimentos como la carne magra, granos y cereales fortificados son fuentes de hierro.

El zinc, por su parte, es un componente indispensable para la función normal de más de 300 enzimas catalíticas, estructurales y de regulación. También participa en la expresión génica, el metabolismo de DNA y RNA, síntesis de proteínas y en la unión de algunas hormonas a sus receptores. Es fundamental para mantener la estructura de las proteínas, crecimiento, maduración sexual, fertilidad, metabolismo de vitamina A, metabolismo de hormonas, respuesta inmune, cicatrización de heridas, sentido del gusto y del apetito. Su deficiencia, implica retraso del crecimiento lineal, incremento de la morbilidad en enfermedades infecciosas (respiratorias, digestivas o de la piel). Las mejores fuentes dietéticas de zinc corresponden a mariscos, carnes y pescado; seguidos de lácteos, cereales enteros, huevos y semillas.

Vitaminas (D, E y A): la vitamina A, tiene propiedades antioxidantes y es esencial para mejorar el sistema inmunológico y el desarrollo de la visión. Ayuda en la formación de la piel, los huesos y los dientes. Está presente en lácteos, vegetales de hoja verde, zanahoria, auyama, aceites y pescado. La vitamina D ayuda a absorber el calcio y por tanto, interviene en la mineralización de huesos y dientes. Si bien, son muy pocos los alimentos que la contienen, se encuentra en cantidades mínimas en el pescado, el huevo, la leche y el hígado (la mayoría se produce cuando la piel se expone al sol). La vitamina E es importante para el desarrollo cerebral, actúa como antioxidante e interviene en la formación de glóbulos blancos y rojos. Se encuentra en huevo, aceite, cereales integrales y vegetales de hoja verde.

Probióticos: como microorganismos vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas, aportan efectos benéficos a la salud, se ha descrito que pueden mejorar la salud digestiva y la absorción de nutrientes, reforzar el sistema inmunológico, contribuir a la prevención de infecciones intestinales, apoyar la salud mental por su efecto sobre el eje intestino-cerebro, entre otros. Aunque son pocas las fuentes naturales de probióticos, dentro de las más conocidas encontramos el yogurt, las aceitunas y encurtidos, las microalgas (espirulina), el pan de masa madre (un pan que utiliza como fermento la mezcla de harina y agua queb ajo condiciones de temperatura, humedad y tiempo adecuados va generando bacterias y levaduras naturales propias de la harina formando un fermento natural) y, productos de la fermetación de la col o el repollo como el chucrut o el kimchi, el tempeh procedente de la fermentación de la soya, etc.

La siguiente tabla muestra los principales micronutrientes específicos durante los primeros años de vida.

Los niños de esta edad necesitan entre 1250 y 1500 kcal diarias, dependiendo de su edad y el tipo de actividad física que realicen. Esta cifra es muy general, ya que las necesidades basales de cada niño deberían calcularse de manera individual, teniendo en cuenta no solo su edad y género, sino también su peso y talla. A estas necesidades basales se suele añadir unas 200-400 kcal, dependiendo de la intensidad de la actividad física que el niño haga en su vida diaria.

La distribución de macronutrientes en la dieta del niño en edad preescolar no suele diferir demasiado de la de los niños más mayores, con un 55-60% de la energía procedente de carbohidratos sin superar el 10 % de azúcares simples; un 25-30% de energía a partir de grasa, asegurándose que la gran mayoría sean grasas mono y poli insaturadas (no superar el 10% de grasas saturadas); y un aporte proteico de entre el 15 y el 20% del aporte energético total.

De tal forma, que nuevamente lo más importante en cualquier etapa de la vida, es lograr la variedad y el equilibrio en la alimentación diaria del preescolar. Ofrecer una nutrición adecuada y promover la adquisición de hábitos saludables desde edades tempranas de la vida, potenciará su desarrollo integral, además de prevenir carencias nutricionales y disminuir los riesgos de enfermedades a futuro.

REFERENCIAS

Reviriego, C. (2024). Alimentación para niños de preescolar de 3 a 6 años – Menú completo. Disponible en: https://www.guiainfantil.com/salud/alimentacion/preescolar.htm

NNI. La nutrición en la etapa preescolar. Disponible en: https://latam.nestlenutrition-institute.org/recursos/infografias/details/la-nutricion-en-la-etapa-del-pre-escolar

Ferreres-Giménez, Inmaculada, Pueyo-Alamán, María Gloria, & Alonso-Osorio, María José. (2022). Revisión y actualización de la importancia de los micronutrientes en la edad pediátrica, visión holística. Nutrición Hospitalaria39(spe3), 21-25. Disponible en: https://dx.doi.org/10.20960/nh.04305

González Calderón O, Expósito de Mena H. (2020). ALIMENTACIÓN DEL NIÑO PREESCOLAR, ESCOLAR Y DEL ADOLESCENTE. Disponible en: https://www.pediatriaintegral.es/publicacion-2020-03/alimentacion-del-nino-preescolar-escolar-y-del-adolescente-2/

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