La sal es parte de todos nosotros y de la vida diaria: es Cloruro de Sodio. El cloro y el sodio, junto al potasio, son los elementos salinos más importantes de nuestro organismo. Están en todos los líquidos de nuestro cuerpo. Así que los necesitamos !!
Pueden perderse a través del sudor, la orina, las heces y las mucosidades que segregamos, por lo que tenemos que reponer esa pérdida.
Actualmente, se recomiendan 120 mg de sodio por día hasta los 5 meses y 370 mg diarios entre los 6 y los 12 meses. Posterior al primer año de vida, la dosis diaria recomendada es de 1 g para los niños entre 1 y 3 años, 1.2 g para los de 4 a 8 años y 1.5 g para los niños entre los 9 y los 18 años. En la edad adulta, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no consumir cada día más de 2 g de sodio (5 g de sal = 1 cucharadita).
Así, durante los primeros doce meses de vida, no debe añadirse nada de sal en la alimentación de los bebés. El motivo es bien sencillo, no hace falta ! La sal que nuestro organismo necesita ya la contienen los alimentos que consumimos. Por lo tanto, no seria necesario añadir un extra. Después de esto, la sal añadida empezará a estar presente en la dieta habitual del niño, formando parte de los alimentos que consume cada día y muy particularmente de:
- derivados lácteos: quesos, yogures
- cereales de desayuno
- hamburguesas, pizzas, empanizados
- papas fritas, cotufas, frutos secos salados
- alimentos procesados: embutidos, salchichas, caldos y sopas concentradas, cubitos
- comidas en lata: atún, sardina
- mariscos y productos del mar
- salsas: de soya, de tomate, mayonesa
Los alimentos en su forma natural, por lo general, son bajos en sal. Sin embargo, es importante estar alerta y saber que el sodio puede venir de otros componentes de la alimentación además de la sal. Existen condimentos o ingredientes que son “realzadores del sabor” como el Glutamato monosódico (GMS o MSG), alginato sódico, benzoato sódico, sulfito de sodio,..entre otros.
El gusto por la sal y las comidas saladas es adquirido. Las papilas gustativas comienzan a formarse durante los primeros meses del desarrollo fetal, pero al nacer los bebés prefieren los sabores dulces (como la leche materna) rechazando los amargos, agrios o salados. De tal modo que si salamos sus primeras comidas sólidas, el bebé se acostumbrará a tomar sal y asimilará el gusto por ella. Los niños desarrollan sus papilas gustativas entre los 6 y los 24 meses de edad, que es cuando comienzan a descubrir el sabor propio de los alimentos.
De allí lo crucial que desde los primeros meses de vida, cuando se inicia el contacto con otros alimentos distintos a la leche materna, estas primeras comidas estén libres de sal. Por eso, al preparar la comida para los bebés, NO debemos guiarnos por nuestro paladar; no debemos preocuparnos de que le vaya a parecer insípida, ellos se la comerán con agrado; sus preferencias las irá adquiriendo en la medida que vayan creciendo.
Durante el primer año de vida el sistema renal es aún inmaduro para procesar grandes cantidades de sodio, por lo que un exceso de éste puede afectar seriamente la salud de las arterias a largo plazo aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión arterial, incremento del colesterol «malo» e incluso puede incrementar el riesgo de osteoporosis (el alto consumo de sal provoca pérdidas aumentadas de calcio por la orina), entre otros.
A los niños los afecta tanto el consumo de sal como a los adultos, y en la medidad que los acostumbramos desde pequeños a las comidas saladas irán desarrollando cada vez una mayor apetencia de sal. Cuando esto ocurre, el exceso de sal retiene líquido, especialmente fuera de las células, produciendo:
- Deshidratación intracelular. La sal fundamental de las células es el potasio, la de los tejidos que las rodean el sodio. Cuando hay demasiado sodio atrae agua al exterior de las células dejándolas más secas de lo recomendable. Lo que dificulta su funcionamiento correcto.
- Hipertensión. Uno de los sitios donde el sodio es la sal predominante es la sangre. Si hay mucho sodio aumenta el volumen de sangre que hay circulando lo que aumenta la tensión arterial. La hipertensión es llamada “asesino silencioso”. Porque puede no dar síntomas llamativos, pero va deteriorando nuestro cuerpo hasta ser capaz de producir la muerte por infarto, hemorragia interna…
- Sobrecarga de los riñones. Nuestros riñones son los encargados de mantener entre otras cosas un nivel de sales adecuado. Cuando hay mucha sal (sodio), tienen que eliminarla, lo que arrastra agua. Hacer esto de forma mantenida hace que tenga que trabajar a un ritmo muy superior al normal.
Por lo tanto, para evitar su consumo excesivo podemos:
En Lactantes:
- Prolongar la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de vida, de modo de evitar la incorporación de otros alimentos a esta edad, donde las recomendaciones de consumo de sal son bajas.
- Cocinar sin sal, aquellos alimentos sólidos que comiencen a incorporarse después de los 6 meses.
- Preferir el consumo de alimentos frescos y preparaciones realizadas en casa.
En Niños:
- Disminuir la cantidad de sal con la cual se cocina.
- Evitar el uso del salero en la mesa.
- NO abusar del consumo de alimentos procesados, comidas rápidas y chucherias saladas.
- Aumentar el consumo de frutas y vegetales.
- Enseñar a los niños y padres la correcta lectura del etiquetado nutricional.
- Utilizar otros condimentos como especias: limón o vinagre, hierbas
No se trata de eliminar la sal de nuestra vida, sino de hacerlo con moderación. La niñez es el mejor momento para educar al paladar.
REFERENCIAS
-Food and Nutrition Board, Institute of Medicine and National Acdemies. Dietary Reference Intakes (2011). Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK56068/table/summarytables.t3/?report=objectonly
– Saieh A. Carlos, Lagomarsino F. Edda. Hipertensión arterial y consumo de sal en pediatría. Rev Chil Pediatr 2009; 80 (1): 11-20.
-CDC. Cómo reducir el sodio en la alimentación de los niños. Disponible en: https://www.cdc.gov/spanish/signosvitales/sodioninos/